Hay quien se empeña en pensar que lo mejor que puede hacer ahora, que aún es joven, es visitar otros países del mundo, ciudades exóticas y rincones lejanos, peor yo soy de las que piensa de manera diferente pues creo que no se puede ir a conocer otras culturas si apenas conoces la tuya propia, por eso creo que es muy interesante conocer todo aquello que te interese de tu propio país y luego, cuando ya lo tengas todo visto, puedes seguir por Europa y cambiar de continente si así lo deseas. Diferentes puntos de vista ¿no?
Ahora bien, ¿significa eso que me niegue a viajar al extranjero? Ni muchísimo menos. Tampoco es que haya visitado demasiado pero por ahora he tenido la oportunidad de viajar a Londres, a Andorra, a Roma, a París y a Berlín, que puede que no sea mucho pero ya es más de lo que viajarán muchas personas. Sin embargo, cuando se me propone un viaje para conocer cualquier pueblo o ciudad española que aún no he visitado nunca, me parece también una idea estupenda, pues el turismo nacional es algo maravilloso.
De hecho, somos un país lleno de cultura. Sin salir de nuestras fronteras podemos ver ruinas celtas, íberas, romanas, conocer la cultura andaluza, la vasca y la gallega que muy poco tienen que ver entre ellas, descubrir tradiciones nuevas e incluso hablar distintos idiomas. Somos un país muy diverso y rico, y yo soy la primera que no lo conozco aún. Por eso, nuestro siguiente viaje será a Salamanca.
La verdad es que podríamos haber elegido cualquier otra ciudad, porque hay muchísimas ciudades que tengo por ver, pero estas cosas, cuando surgen, hay que pillarlas al vuelo, y si por H o por B te sale un viaje a Salamanca pues lo coges ¿o no?
Personalmente odio alojarme en los centros de las ciudades, pues me gusta la tranquilidad y prefiero alojarme algo más alejada (siempre y cuando haya una buena conexión de transporte público) y estar más tranquila antes que alojarme en pleno centro con todo el bullicio típico de las grandes ciudades. En este caso hemos optado por el hotel rural de lujo en Salamanca Casa Imperial, muy cerca del convento de las Carmelitas Descalzas.
El itinerario
Salamanca es la ciudad de los estudiantes, o al menos lo era hace algunos años cuando era conocida como una ciudad universitaria en todo el mundo, por eso una de las principales paradas turísticas la tenemos que hacer en la fachada de la Universidad.
Para empezar, qué mejor lugar para iniciar nuestra caminata que en la Plaza Mayor, una de las plazas más bonitas de España, y una de las más grandes. En mi opinión, que puede ser o no de utilidad, es la plaza más interesante que he visto, tanto por su tamaño como por los edificios que la rodean. Debemos tener en cuenta que es una ciudad en la que merece la pena perderse para callejear, así que lo ideal es no estar muy perezoso y llevar unas buenas zapatillas. Desde la Plaza Mayor nos han aconsejado que tomemos la calle de la Rua Mayor, una de las más turísticas de la ciudad, y desde allí podremos acceder tanto a la Casa de las Conchas como a la Catedral de Salamanca.
La Casa de las Conchas no es algo que llamara especialmente mi atención, me pareció muy poco elegante esa fachada tan ornamentada con tanta concha, pero a nivel arquitectónico supongo que será toda una hazaña. La Catedral de Salamanca es una maravilla, y eso que a mí el tema religioso me da bastante igual, pero el edificio es impresionante. Y desde allí, a través de una callejuela, a la Universidad, donde nos pasaremos un buen rato buscando a la rana y al astronauta, tal y como manda la tradición.
Detrás de la Catedral está la Casa de Lis, un museo digno de ver, y el Huesto de Calixto y Melibea, que quien haya leído la famosa obra literaria de La Celestina tendrá curiosidad por visitar.
Tampoco podemos perdernos el Puente Romano, ni el convento de San Esteban, con las Torres de la Clerecía, enormes y espectaculares por sí solas. El Palacio de la Salina, muy interesante también, se encuentra al final de la calle San Pablo, un palacio plateresco que sigue manteniendo ese aire medieval que parece que tiene todo el centro de la ciudad. Y, por supuesto, hay que ver el museo de la historia de la automoción. No es que eso sea muy costumbrista pero la verdad es que nos han dicho que es uno de los mejores museos del automóvil de España así que teniendo en cuenta que no sé cuándo voy a volver a Salamanca creo que este es un buen momento para visitar sus más de 4,000 metros cuadrados de vehículos de todos los tiempos.