Si hay algo que en esta vida lo considero una carrera de fondo es opositar. Creo que cuando alguien se decide a hacerlo tiene que estar muy seguro, y, sobre todo, tener claro que la carrera va a ser larga y complicada. Y es que lo de opositar y conseguir un trabajo para toda la vida es algo maravilloso, pero como suele pasar en todas las cosas de la vida, para llegar a lo más alto, hay que sufrir. Por eso, mi primera recomendación si estás opositando es que tengas claro que no va a ser fácil, pero también te digo que si llegas a la cima, la recompensa va a ser tremenda.
Yo hablo sabiendo, porque soy uno de esos locos que una noche de fiesta, sí, así se deciden las grandes ideas que cambian el mundo. Por eso, tomando unas cervezas con mis amigos tuve la genial idea de opositar para maestro. Sí, esas plazas que siempre son tan buscadas, pero que nunca salen. Yo ya estaba harto de tener que estar viajando cada curso a un sitio. Y la verdad es que siempre era a cientos de kilómetros de mi casa. Vivo en una comunidad como Castilla y León, y todo lo que tiene de bonita, también lo tiene de territorios alejados. Sin ir más lejos te puedo decir que desde un pueblo de León, casi ya en Galicia, hasta otro de Soria, casi ya en Aragón, podemos tener más de 800 kilómetros. Una barbaridad. Por este motivo, al igual que ocurre con la elección de plazas Mir en Medicina, también ocurre con las plazas de profesionales de la Educación. Antes de lograr mi plaza en mi ciudad Valladolid, yo estuve en Burgo de Osma (Soria), en Lerma (Burgos) y en Matapozuelos, ya en la provincia vallisoletana.
Son días duros de coger el coche y meterte por carreteras en mal estado, donde pueden pasar animales o puedes sufrir un accidente en cualquier momento. Por eso, tuve claro que tenía que sacarme la plaza fija ya. Tanto por mi salud mental como económica. Así que me puse manos a la obra, eso sí, lo primero que tenía claro es que tenía que ponerme en manos de profesionales. Conozco a amigos que también opositan y se lo sacan por libre, y así les va. Para opositar mi primera recomendación es que te pongas en manos de profesionales. Yo no dudé en apoyarme en Preparadores Valladolid, y la verdad es que fue un gran acierto.
Estamos aquí para hablar de consejos y trucos para hacer de la vida de opositor algo más calmado y sin tanto estrés. Pues bien, esta es la recomendación máxima, apúntate a una academia. A partir de ese momento todo comenzará a ser más fácil. Por ejemplo, tienen cursos para preparar oposiciones al cuerpo de maestros, profesores, FP, e inspección con temarios, casos prácticos, programación didáctica y unidades didácticas. Y esto te lo hace todo más fácil. Y es que antes es como enfrentarte tú solo al destino. Ellos saben de lo que estás hablando.
No todo es opositar
Y luego está la vida en torno a opositar. Hay que tener claro que desde el primer momento que quieres opositar esto se convierte en tu trabajo. Por lo tanto, en un trabajo se trabaja durante ocho horas (arriba o abajo), así, una oposición tampoco pueden ser 14 horas al día. No es bueno, y acaba teniendo el efecto contrario, lo acabas por aborrecer y rechazar. Por este motivo, te recomiendo una serie de aspectos.
Lo primero que yo hacía era ponerme un horario laboral, es decir, trabajaba en mi oposición durante 6 horas por la mañana. De 9 a 15 horas. Luego comía, y de volvía a poner de 16 a 18 horas. Es decir, 8 horas en total, creo que es una cantidad perfecta de tiempo. Esto de lunes a viernes.
Y por supuesto, los fines de semana los dejaba libre. Y es que el despejarse de una oposición es esencial para poder sacarla. Es cierto que si ves que un día de semana has fallado lo puedes recuperar durante el sábado o domingo, pero no te obsesiones. Y por supuesto, sal de fiesta con los amigos, sal a divertirte. Vete al cine, vete al fútbol y haz quedadas con la familia.
Como te he dicho, la oposición no puede ser un lastre. En mi caso, sirvió para saber organizarme la vida y finalmente la saqué. No te olvides que la mente también tiene que estar despejada.